AGENCIAS | LONDRES
Han demostrado ser el medio más efectivo para congregar masas. Su uso se ha propagado en el mundo y se han convertido en herramientas revolucionarias de organizaciones que han logrado tambalear las estructuras de regímenes dictatoriales en Medio Oriente o poner en aprietos a gobiernos de occidente que ahora las ven como una amenaza y ya buscan la forma de censurarlo.
Se trata de las redes sociales Facebook y Twitter, entre otras, nombres que se han vuelto comunes sobre todo entre los jóvenes, por ello el premio Nobel de Química Ahmed Hassan Zewail se refirió a ellos como “los hijos de Facebook”.
En el hecho más reciente, hace dos semanas, miles de jóvenes se contactaron a través de las redes sociales para concentrarse en diversas ciudades del Reino Unido, donde protagonizaron disturbios en una protesta por la muerte de un joven a manos de la policía, que además sacó a la luz problemas sociales de desempleo y pobreza de los habitantes. El hecho se saldó con más de 2.000 detenidos y millonarias pérdidas.
Su poder de convocatoria preocupó tanto al gobierno británico que planteó medidas para bloquear ese servicio.
El descontento social, el desempleo, la pobreza, la exclusión o gobiernos represivos son los motivos que han llevado a las masivas convocatorias a través de internet.
“Así es como le decimos al mundo lo que está pasando”, respondieron jóvenes tunecinos en las revueltas en enero pasado al periodista Peter Beaumont del diario The Guardian. Ellos escribían y colgaban fotos de ellos mismos en Facebook, imágenes de la revolución disponibles para todo el mundo.
“Es innegable la participación de los jóvenes como actores centrales de las protestas, quienes han hecho de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación parte importante de sus movilizaciones”, publicó el sitio web myspace.com que hizo un estudio sobre las protestas en las redes sociales.
La influencia de estas plataformas en las protestas se dio con fuerza a inicios de este año cuando las revoluciones en Medio Oriente ocurrieron como un efecto dominó que comenzó en Túnez, pasó por Egipto y avanzó hacia otros países.
En Túnez los problemas de desempleo y pobreza dieron origen a las revueltas. El caso de un joven que se autoinmoló a fines del 2010, luego de que la policía le confiscara las frutas que vendía de forma ilegal, causó conmoción y desencadenó reacciones que se propagaron en las redes sociales. A las primeras manifestaciones masivas le siguieron brutales represiones de las fuerzas policiales, documentadas y narradas en tiempo real en videos e imágenes reproducidas y diseminadas a través de Facebook, Twitter y YouTube.
Las protestas que dejaron más de 60 muertos culminaron con la salida del dictador Zine Al Abidine Ben Ali, en el poder por más de 20 años.
Inspirados en Túnez, las manifestaciones contagiaron a Argelia y Egipto, donde la revolución saltó de las redes sociales a las calles, que terminó con el gobierno dictatorial de Hosni Mubarak. Aquí las protestas tuvieron origen en la muerte del joven bloguero Khaled Said, en junio del 2010, a manos de la Policía secreta. Convocatorias en Facebook concentraron a cientos de miles de personas.
Estas movilizaciones se extendieron a otro países árabes: Jordania, Libia, Irán, Siria, Barein, Marruecos, Irak, Omán y Yemen e Israel, donde hace dos semanas, más de 300 mil personas convocadas a través de internet se manifestaron contra el gobierno. Mientras en Dubai, la Policía permanece vigilante ante los intentos de organizar protestas y huelgas, a través de Twitter y Facebook.
El éxito de las masivas convocatorias a través de internet saltaron a Occidente, siendo uno de los casos más destacados el de España. Movidos por la situación política, social y económica del país, una ola de citas se fueron integrando desde Facebook, Twitter y páginas web, que dieron origen a extensas concentraciones.
Más de 200 páginas en Facebook llegaron a registrar un número de seguidores superior a los 200.000 usuarios y una intensa actividad en Twitter, con más de 500 mensajes por hora en el tiempo crucial del 15 de mayo, donde surgió el llamado movimiento 15M, según Vipnet360, consultora especializada en social media.
Los desalojos de la policía solo motivaron que las protestas se hicieran más fuertes y con más adeptos.
De España, las protestas se riegan al resto del continente en Reino Unido, Bélgica, Italia y Portugal, entre otros países.
Desde América, el fenómeno del poder de las protestas en las redes sociales ya preocupa a autoridades en Estados Unidos. En la ciudad de Los Ángeles, la policía acusó a un rapero por un tuit que generó un inmanejable aluvión de llamadas a sus números de emergencia y el metro de San Francisco cortó la señal de los celulares para evitar que se propagara una protesta que estaba organizándose a través de las redes sociales.
La semana pasada, el escritor mexicano Carlos Fuentes pidió a los países de América Latina “poner atención, rápido, a los motivos de descontento” que existen en cada una de esas naciones ante la posibilidad de que se repitieran los disturbios de Reino Unido.
Fuentes puso como ejemplo el caso del movimiento estudiantil en Chile, país con el más alto ingreso per cápita, que no logra solucionar el tema educativo. Considera que la violencia desatada en Reino Unido es consecuencia de la existencia de “dos naciones” representadas una por una clase privilegiada, y otra, por gente con cada vez menos oportunidades.
Lo que teme Fuentes ya comienza a cobrar fuerza. Desde el jueves pasado, en Río de Janeiro, un grupo de brasileños está organizando, a través de las redes sociales, una gran manifestación contra la corrupción en Brasil, después de una serie de escándalos en varios ministerios del gobierno de la presidenta Dilma Rousseff.
A organismos como Reporteros Sin Fronteras le preocupa la reacción de los gobiernos y advierte “a las autoridades británicas contra toda medida destinada a cerrar o restringir de manera drástica la utilización de las redes sociales”.
Las redes “han ayudado” a generar una idea de un movimiento que crece, se fortalece, avivando minuto a minuto y en tiempo real los ánimos de protestas. ¿Hubieran ocurrido estas revueltas en Medio Oriente u Occidente, sin las protestas en las redes sociales?, cuestiona el estudio de myspace.com.
Se trata de las redes sociales Facebook y Twitter, entre otras, nombres que se han vuelto comunes sobre todo entre los jóvenes, por ello el premio Nobel de Química Ahmed Hassan Zewail se refirió a ellos como “los hijos de Facebook”.
En el hecho más reciente, hace dos semanas, miles de jóvenes se contactaron a través de las redes sociales para concentrarse en diversas ciudades del Reino Unido, donde protagonizaron disturbios en una protesta por la muerte de un joven a manos de la policía, que además sacó a la luz problemas sociales de desempleo y pobreza de los habitantes. El hecho se saldó con más de 2.000 detenidos y millonarias pérdidas.
Su poder de convocatoria preocupó tanto al gobierno británico que planteó medidas para bloquear ese servicio.
El descontento social, el desempleo, la pobreza, la exclusión o gobiernos represivos son los motivos que han llevado a las masivas convocatorias a través de internet.
“Así es como le decimos al mundo lo que está pasando”, respondieron jóvenes tunecinos en las revueltas en enero pasado al periodista Peter Beaumont del diario The Guardian. Ellos escribían y colgaban fotos de ellos mismos en Facebook, imágenes de la revolución disponibles para todo el mundo.
“Es innegable la participación de los jóvenes como actores centrales de las protestas, quienes han hecho de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación parte importante de sus movilizaciones”, publicó el sitio web myspace.com que hizo un estudio sobre las protestas en las redes sociales.
La influencia de estas plataformas en las protestas se dio con fuerza a inicios de este año cuando las revoluciones en Medio Oriente ocurrieron como un efecto dominó que comenzó en Túnez, pasó por Egipto y avanzó hacia otros países.
En Túnez los problemas de desempleo y pobreza dieron origen a las revueltas. El caso de un joven que se autoinmoló a fines del 2010, luego de que la policía le confiscara las frutas que vendía de forma ilegal, causó conmoción y desencadenó reacciones que se propagaron en las redes sociales. A las primeras manifestaciones masivas le siguieron brutales represiones de las fuerzas policiales, documentadas y narradas en tiempo real en videos e imágenes reproducidas y diseminadas a través de Facebook, Twitter y YouTube.
Las protestas que dejaron más de 60 muertos culminaron con la salida del dictador Zine Al Abidine Ben Ali, en el poder por más de 20 años.
Inspirados en Túnez, las manifestaciones contagiaron a Argelia y Egipto, donde la revolución saltó de las redes sociales a las calles, que terminó con el gobierno dictatorial de Hosni Mubarak. Aquí las protestas tuvieron origen en la muerte del joven bloguero Khaled Said, en junio del 2010, a manos de la Policía secreta. Convocatorias en Facebook concentraron a cientos de miles de personas.
Estas movilizaciones se extendieron a otro países árabes: Jordania, Libia, Irán, Siria, Barein, Marruecos, Irak, Omán y Yemen e Israel, donde hace dos semanas, más de 300 mil personas convocadas a través de internet se manifestaron contra el gobierno. Mientras en Dubai, la Policía permanece vigilante ante los intentos de organizar protestas y huelgas, a través de Twitter y Facebook.
El éxito de las masivas convocatorias a través de internet saltaron a Occidente, siendo uno de los casos más destacados el de España. Movidos por la situación política, social y económica del país, una ola de citas se fueron integrando desde Facebook, Twitter y páginas web, que dieron origen a extensas concentraciones.
Más de 200 páginas en Facebook llegaron a registrar un número de seguidores superior a los 200.000 usuarios y una intensa actividad en Twitter, con más de 500 mensajes por hora en el tiempo crucial del 15 de mayo, donde surgió el llamado movimiento 15M, según Vipnet360, consultora especializada en social media.
Los desalojos de la policía solo motivaron que las protestas se hicieran más fuertes y con más adeptos.
De España, las protestas se riegan al resto del continente en Reino Unido, Bélgica, Italia y Portugal, entre otros países.
Desde América, el fenómeno del poder de las protestas en las redes sociales ya preocupa a autoridades en Estados Unidos. En la ciudad de Los Ángeles, la policía acusó a un rapero por un tuit que generó un inmanejable aluvión de llamadas a sus números de emergencia y el metro de San Francisco cortó la señal de los celulares para evitar que se propagara una protesta que estaba organizándose a través de las redes sociales.
La semana pasada, el escritor mexicano Carlos Fuentes pidió a los países de América Latina “poner atención, rápido, a los motivos de descontento” que existen en cada una de esas naciones ante la posibilidad de que se repitieran los disturbios de Reino Unido.
Fuentes puso como ejemplo el caso del movimiento estudiantil en Chile, país con el más alto ingreso per cápita, que no logra solucionar el tema educativo. Considera que la violencia desatada en Reino Unido es consecuencia de la existencia de “dos naciones” representadas una por una clase privilegiada, y otra, por gente con cada vez menos oportunidades.
Lo que teme Fuentes ya comienza a cobrar fuerza. Desde el jueves pasado, en Río de Janeiro, un grupo de brasileños está organizando, a través de las redes sociales, una gran manifestación contra la corrupción en Brasil, después de una serie de escándalos en varios ministerios del gobierno de la presidenta Dilma Rousseff.
A organismos como Reporteros Sin Fronteras le preocupa la reacción de los gobiernos y advierte “a las autoridades británicas contra toda medida destinada a cerrar o restringir de manera drástica la utilización de las redes sociales”.
Las redes “han ayudado” a generar una idea de un movimiento que crece, se fortalece, avivando minuto a minuto y en tiempo real los ánimos de protestas. ¿Hubieran ocurrido estas revueltas en Medio Oriente u Occidente, sin las protestas en las redes sociales?, cuestiona el estudio de myspace.com.
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