Una noche de mediados de noviembre, mi compañero en Radio Fórmula Manuel Feregrino me llamó para decirme que “unas sobrecargos de Mexicana” iban a lanzar un calendario con fotos de ellas en bikini y querían anunciarlo en el programa. Que lo hacían para juntar dinero luego de la suspensión de labores de la aerolínea tres meses atrás. Por supuesto que las recibimos.
Parecían muertas de vergüenza y respondían a cada pregunta con la letanía de que era para ayudarse, pues la estaban pasando económicamente muy mal. Fue un hit. Tanto, que regresaron a finales de enero a darnos la noticia de que Playboy las estaba buscando.
—Supongo que Playboy quiere hacerles las mismas fotos, pero sin bikini —le dije a una de ellas, Rosy Arcos, quien parecía tener todavía más vergüenza que en la ocasión anterior.
—Ay, no creo —respondió sonrojada.
Hoy comienza a circular la edición de abril de Playboy. En las fotos del adelanto promocional veo desnudas a Rosy y sus cinco compañeras. Me dio mucho gusto. Además de bella, por fin luce relajada.
Es como una de esas historias del cine italiano de los setentas, ochentas. Hay algo de Tornatore y Scola en la zaga de las sobrecargos desnudas. El poder les pide a los ciudadanos que pongan imaginación para remontar la desventura cotidiana y he aquí a estas seis mujeres (Rosy, Ofelia, Maribel, Samantha, Gina y Claudia): sus patrones hicieron quebrar Mexicana y se evaporaron, nadie les tiró un lazo y ahora aparecen en la portada de Playboy. Sí, ¡de Playboy! Neorrealismo mexicano tardío.
Ojalá les hayan pagado buen dinero. Yo, como diría el gran Ángel Fernández, me pongo de pie.
Parecían muertas de vergüenza y respondían a cada pregunta con la letanía de que era para ayudarse, pues la estaban pasando económicamente muy mal. Fue un hit. Tanto, que regresaron a finales de enero a darnos la noticia de que Playboy las estaba buscando.
—Supongo que Playboy quiere hacerles las mismas fotos, pero sin bikini —le dije a una de ellas, Rosy Arcos, quien parecía tener todavía más vergüenza que en la ocasión anterior.
—Ay, no creo —respondió sonrojada.
Hoy comienza a circular la edición de abril de Playboy. En las fotos del adelanto promocional veo desnudas a Rosy y sus cinco compañeras. Me dio mucho gusto. Además de bella, por fin luce relajada.
Es como una de esas historias del cine italiano de los setentas, ochentas. Hay algo de Tornatore y Scola en la zaga de las sobrecargos desnudas. El poder les pide a los ciudadanos que pongan imaginación para remontar la desventura cotidiana y he aquí a estas seis mujeres (Rosy, Ofelia, Maribel, Samantha, Gina y Claudia): sus patrones hicieron quebrar Mexicana y se evaporaron, nadie les tiró un lazo y ahora aparecen en la portada de Playboy. Sí, ¡de Playboy! Neorrealismo mexicano tardío.
Ojalá les hayan pagado buen dinero. Yo, como diría el gran Ángel Fernández, me pongo de pie.
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