La UNAM probó con éxito un tratamiento psicológico para quienes
sufren de estrés postraumático debido a la violencia del crimen
organizado.
evitar recordar y sentir tanto dolor, desde entonces dejó de pasar por el lugar de los hechos, de escuchar las canciones que le gustaban al fallecido y de entrar a su habitación, porque al abrir la puerta esperaba verlo en su cama.
Después de participar en una intervención psicológica que involucra un tratamiento mediante exposición por realidad virtual para víctimas y testigos de la violencia en esa urbe, que desarrollaron expertos del Laboratorio de Enseñanza Virtual y Ciberpsicología de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, se siente mejor y afirma que no ha olvidado, pero sí aprendido a manejar la situación.
A través de un convenio de colaboración entre la FP y la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), se realizó la evaluación de 200 personas para la detección del impacto psicológico causado por la violencia, de las que 27.5 por ciento cubrió criterios (víctimas o testigos de actos de violencia como ejecuciones, secuestros o balaceras) característicos del trastorno por estrés postraumático.
Se trató a 30 personas (60 por ciento mujeres y 40 por ciento hombres) de entre 18 y 65 años de edad con ese trastorno, con buenos resultados tras recibir la terapia con la incorporación de sistemas tecnológicos de realidad virtual para recrear las situaciones y recuerdos en víctimas de violencia criminal.
La eficacia del procedimiento, que dura 12 sesiones semanales, fue de 80 por ciento, “cifra muy alta en los tratamientos psicológicos. Los usuarios consideran que tuvieron efectos satisfactorios y que la terapia les fue de utilidad”, explicó Georgina Cárdenas, titular del laboratorio universitario.
El sistema puede simular el acontecimiento con alto grado de realismo, también permite tener un control preciso del terapeuta a la hora de presentar los estímulos temidos, por medio de imágenes y sonidos que, específicamente en los afectados, son de utilidad para recrear los recuerdos, explicó la experta.
“Podría ser de mucha ayuda en aquellos centros donde se atiende el aspecto legal, pero donde la parte psicológica, que puede llegar a discapacitar, no se toma en cuenta”, consideró.
La intención de este proyecto, destacó, no sólo fue probar un programa terapéutico, sino entrenar a estudiantes de la UACJ para que sigan con su aplicación, “aunque para ello se requiere interés y apoyo de las autoridades”.
Viaje a Ciudad Juárez
Hace año y medio Cárdenas desarrollaba en su laboratorio ambientes virtuales —a punto de ser concluidos— para la atención de quienes han sufrido asalto con violencia, secuestro y “secuestro exprés” en la Ciudad de México; entonces, se emitió una convocatoria del Conacyt para trabajar aspectos de salud mental en Ciudad Juarez.
“Pensé que eso era más urgente y que con esta misma idea y modelos terapéuticos podíamos dar apoyo”, expuso. El proyecto fue aprobado y después del desarrollo del software y los ambientes virtuales, inició la aplicación de la terapia en la UACJ.
Durante las sesiones, el paciente usa unos lentes de realidad virtual para navegar en uno de diversos escenarios que le recuerden el hecho: las calles de Ciudad Juárez, o entornos de un asalto, donde puede aparecer una mano que sostiene un arma, y donde se escucha la voz de alguien que amenaza; asimismo, otro referente a una balacera entre criminales y soldados.
Uno más podía ser el de un retén, próximo al sitio donde dos víctimas fueron asesinadas, o un secuestro.
El terapeuta controla el teclado y presenta diferentes estímulos (voz, sonido e imagen) al paciente. Por ejemplo, el contexto puede ser nocturno, si así lo requiere el caso, “porque cada persona tiene su historia”. Se trata de escenarios que incluyen estímulos auditivos y visuales, que facilitarán a los usuarios recrear la situación y tener la sensación de “estar ahí”.
Asimismo, sostuvo que existe la necesidad de atención psicológica en sitios como Ciudad Juárez. Instancias como la Fiscalía de Víctimas y Ofendidos del Delito de la PGR en esa urbe han mostrado su interés por ser capacitadas en la aplicación del programa.
A diferencia de los soldados con padecimiento que regresan de la guerra y reciben atención especializada, los juarenses siguen inmersos. Por ello, se les ha dado seguimiento y “hemos encontrado que los cambios positivos se mantienen, e incluso la mejoría, a lo largo del tiempo, después de finalizado el tratamiento”.
Además de la próxima aplicación de este tipo de programas virtuales en la Ciudad de México, Cárdenas y su equipo planean usarlo en mujeres que llegan a los hospitales por violencia intrafamiliar, y para el manejo de ira y enojo en maltratadores.
El padecimiento
Georgina Cárdenas explicó que este trastorno es un padecimiento con una constelación de síntomas psicológicos (miedo, horror y/o desesperanza y fisiológicos, aumento de la frecuencia cardiaca y respiratoria, y mayor tonicidad muscular) que se presentan a partir de la presencia o victimización en una situación violenta.
Tiene tres tipos de síntomas en términos generales: la reexperimentación intrusiva flashback, donde se revive la experiencia, o imágenes que vienen a la mente de manera involuntaria; la evitación cognitiva persistente, es decir, no querer recordar el evento, y la hiperactivación que produce, entre otros, problemas para dormir e irritabilidad.
La prevalencia a escala mundial de ese síndrome es de 25 por ciento de las personas que atestiguan hechos de violencia; en Ciudad Juárez, de acuerdo con los especialistas, la proporción puede ser mayor.
El objetivo del programa clínico de la UNAM no es que los individuos olviden, sino que hagan un reprocesamiento emocional y extinción de las respuestas de miedo condicionadas, “los apoyamos para que controlen y reduzcan su estrés. Piensan en su situación, pero con otra perspectiva”, aclaró la especialista.
Milenio.
evitar recordar y sentir tanto dolor, desde entonces dejó de pasar por el lugar de los hechos, de escuchar las canciones que le gustaban al fallecido y de entrar a su habitación, porque al abrir la puerta esperaba verlo en su cama.
Después de participar en una intervención psicológica que involucra un tratamiento mediante exposición por realidad virtual para víctimas y testigos de la violencia en esa urbe, que desarrollaron expertos del Laboratorio de Enseñanza Virtual y Ciberpsicología de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, se siente mejor y afirma que no ha olvidado, pero sí aprendido a manejar la situación.
A través de un convenio de colaboración entre la FP y la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), se realizó la evaluación de 200 personas para la detección del impacto psicológico causado por la violencia, de las que 27.5 por ciento cubrió criterios (víctimas o testigos de actos de violencia como ejecuciones, secuestros o balaceras) característicos del trastorno por estrés postraumático.
Se trató a 30 personas (60 por ciento mujeres y 40 por ciento hombres) de entre 18 y 65 años de edad con ese trastorno, con buenos resultados tras recibir la terapia con la incorporación de sistemas tecnológicos de realidad virtual para recrear las situaciones y recuerdos en víctimas de violencia criminal.
La eficacia del procedimiento, que dura 12 sesiones semanales, fue de 80 por ciento, “cifra muy alta en los tratamientos psicológicos. Los usuarios consideran que tuvieron efectos satisfactorios y que la terapia les fue de utilidad”, explicó Georgina Cárdenas, titular del laboratorio universitario.
El sistema puede simular el acontecimiento con alto grado de realismo, también permite tener un control preciso del terapeuta a la hora de presentar los estímulos temidos, por medio de imágenes y sonidos que, específicamente en los afectados, son de utilidad para recrear los recuerdos, explicó la experta.
“Podría ser de mucha ayuda en aquellos centros donde se atiende el aspecto legal, pero donde la parte psicológica, que puede llegar a discapacitar, no se toma en cuenta”, consideró.
La intención de este proyecto, destacó, no sólo fue probar un programa terapéutico, sino entrenar a estudiantes de la UACJ para que sigan con su aplicación, “aunque para ello se requiere interés y apoyo de las autoridades”.
Viaje a Ciudad Juárez
Hace año y medio Cárdenas desarrollaba en su laboratorio ambientes virtuales —a punto de ser concluidos— para la atención de quienes han sufrido asalto con violencia, secuestro y “secuestro exprés” en la Ciudad de México; entonces, se emitió una convocatoria del Conacyt para trabajar aspectos de salud mental en Ciudad Juarez.
“Pensé que eso era más urgente y que con esta misma idea y modelos terapéuticos podíamos dar apoyo”, expuso. El proyecto fue aprobado y después del desarrollo del software y los ambientes virtuales, inició la aplicación de la terapia en la UACJ.
Durante las sesiones, el paciente usa unos lentes de realidad virtual para navegar en uno de diversos escenarios que le recuerden el hecho: las calles de Ciudad Juárez, o entornos de un asalto, donde puede aparecer una mano que sostiene un arma, y donde se escucha la voz de alguien que amenaza; asimismo, otro referente a una balacera entre criminales y soldados.
Uno más podía ser el de un retén, próximo al sitio donde dos víctimas fueron asesinadas, o un secuestro.
El terapeuta controla el teclado y presenta diferentes estímulos (voz, sonido e imagen) al paciente. Por ejemplo, el contexto puede ser nocturno, si así lo requiere el caso, “porque cada persona tiene su historia”. Se trata de escenarios que incluyen estímulos auditivos y visuales, que facilitarán a los usuarios recrear la situación y tener la sensación de “estar ahí”.
Asimismo, sostuvo que existe la necesidad de atención psicológica en sitios como Ciudad Juárez. Instancias como la Fiscalía de Víctimas y Ofendidos del Delito de la PGR en esa urbe han mostrado su interés por ser capacitadas en la aplicación del programa.
A diferencia de los soldados con padecimiento que regresan de la guerra y reciben atención especializada, los juarenses siguen inmersos. Por ello, se les ha dado seguimiento y “hemos encontrado que los cambios positivos se mantienen, e incluso la mejoría, a lo largo del tiempo, después de finalizado el tratamiento”.
Además de la próxima aplicación de este tipo de programas virtuales en la Ciudad de México, Cárdenas y su equipo planean usarlo en mujeres que llegan a los hospitales por violencia intrafamiliar, y para el manejo de ira y enojo en maltratadores.
El padecimiento
Georgina Cárdenas explicó que este trastorno es un padecimiento con una constelación de síntomas psicológicos (miedo, horror y/o desesperanza y fisiológicos, aumento de la frecuencia cardiaca y respiratoria, y mayor tonicidad muscular) que se presentan a partir de la presencia o victimización en una situación violenta.
Tiene tres tipos de síntomas en términos generales: la reexperimentación intrusiva flashback, donde se revive la experiencia, o imágenes que vienen a la mente de manera involuntaria; la evitación cognitiva persistente, es decir, no querer recordar el evento, y la hiperactivación que produce, entre otros, problemas para dormir e irritabilidad.
La prevalencia a escala mundial de ese síndrome es de 25 por ciento de las personas que atestiguan hechos de violencia; en Ciudad Juárez, de acuerdo con los especialistas, la proporción puede ser mayor.
El objetivo del programa clínico de la UNAM no es que los individuos olviden, sino que hagan un reprocesamiento emocional y extinción de las respuestas de miedo condicionadas, “los apoyamos para que controlen y reduzcan su estrés. Piensan en su situación, pero con otra perspectiva”, aclaró la especialista.
Milenio.