Pizcadores en Meoqui / 1956 |
- Fueron Enrique Peredo Reyes y Mario Matías Villada, quienes en 1926 organizaron el Primer Congreso Agroecológico, en Meoqui, Chihuahua, en cuyas memorias aparecen trabajos serios sobre la naturaleza y propiedades de los suelos con miras a establecer los sistemas de riego.
Al proponer el estudio de la ciencia agrícola en la historia de México, se pretende reflexionar sobre algunas interrogantes: ¿De qué manera han influido las condiciones del contexto? ¿La ciencia agrícola como construcción social, se puede deconstruir? y en su caso, ¿reconstruir una ciencia pertinente y sustentable que revierta los efectos de la actual tecnología agrícola depredadora?
El método de este trabajo se sustenta en revision documental, pero de manera muy especial en una serie de entrevistas que concedió el doctor Gabriel Baldovinos de la Peña, quien es uno de los protagonistas de la ciencia agricola del país y fue el primer doctorado en agronomía en el país.
En esta presentación, dada la riqueza de la narracion de nuestro protagonista, se deja en muchas ocasiones la cita textual de Baldovinos.
Sínteis de la historia de la ciencia agrícola (1900-1970). Periodo Revolucionario y Prerevolucionario
Baldovinos inicia explicando que en los primeros años de 1900 se modificó el plan de estudios y la forma de investigación de la escuela de San Jacinto, derivándose en la formación de cuatro campos experimentales: Rio Verde, en San Luis Potosí; San Juan Bautista, ahora, Villahermosa, Tabasco; en Ciudad Juárez, Chihuahua y la sede, en la Estación Agrícola Central Experimental, en San Jacinto Distrito Federal.
En los albores del siglo XX (1907 a 1911), dos ilustres franceses participaron en el enfoque y desarrollo de la ciencia agrícola en México: el ingeniero Gabriel Itie Canteloue, botánico y fisiólogo; y León Fourton Morrison, edafólogo. Al adquirir mayor fuerza la revolución mexicana en 1911, se cerraron los campos experimentales y se interrumpieron los trabajos científicos.
En la etapa histórica de 1854–1910, la educación agrícola tenía como función, servir a las haciendas como unidades de producción para el desarrollo capitalista. El marco legislativo se tenía a través de la Corte de Cádiz; Ramos Arizpe 1812; la Constitución de 1857; las leyes de Reforma y la Ley de 1869 que crea las carreras de ingenieros en Agricultura y Veterinaria. Las corrientes en debate eran el federalismo contra el centralismo (Victorino, 1998).
De 1915 a 1921, Carlos Reiche (alemán) dirige la Facultad de Altos Estudios de la Universidad Nacional de México; trabajan en esta institución, Fernando Ocaranza e Isaác Ochotorena. Sus trabajos generaron investigación básica. Las investigaciones se interrumpieron en 1921, cuando José Vasconcelos, nuevo Rector, privilegia la educación popular sobre la científica, haciendo eco de las ideas sociales emanadas de la revolución: el derecho a la tierra, el derecho a la justicia y el derecho a la educación. Rafael Ramírez, creador de la escuela rural mexicana (1916), apoya esta corriente.
De 1910 a 1923, periodo revolucionario e inicios del posrevolucionario, la ciencia agrícola tiene una actividad muy limitada, restringida apenas a los trabajos de la Facultad de Altos Estudios, generando algunos volúmenes de investigación básica.
Periodo Posrevolucionario
En 1921, Rómulo Escobar (fundador de la Escuela Superior de Agricultura, de Ciudad Juárez), postulaba que antes de repartir la tierra debían hacerse estudios técnicos, generándose un fuerte debate en la fundación de la Sociedad Agronómica Mexicana. El reparto agrario ganó el debate. No se podían hacer ambas cosas toda vez que no había masa crítica entrenada para hacerlo, pero sí existía para el reparto agrario, pues en el plan de estudios de San Jacinto, en las carreras de Ingeniero Hidráulico y la de ingeniero Agrimensor se daba la cátedra de topografía. Se inició el reparto agrario (acota Baldovinos).
En el periodo presidencial de Álvaro Obregón (1920-1924), atendiendo a consejeros y amigos agrónomos, entre quienes estaban Juan de Dios Bojórquez, Jesús M. Garza, Marte R. Gómez, Luis León y su amigo personal, José G. Parres, se propone la preparación técnica agrícola por la vía experimental.
En este periodo, la Escuela Nacional de Agricultura, de San Jacinto, se traslada a la ex hacienda de Chapingo. En 1923, la Secretaría de Fomento crea la Oficina de Campos Experimentales. Al frente de esta oficina queda Julio Riquelme Inda, amigo de Miguel Ángel de Quevedo Apóstol del Árbol, quien fundó el vivero de Coyoacán en 1922.
Así, en la Oficina de Campos Experimentales empezaron a prepararse técnicos en el método científico, generándose los primeros agrónomos especialistas en la Ciencia del Suelo. Algunos de estos especialistas fueron Enrique Peredo Reyes y Mario Matías Villada, quienes en 1926 organizaron el Primer Congreso Agroecológico, en Meoqui, Chihuahua, en cuyas memorias aparecen trabajos serios sobre la naturaleza y propiedades de los suelos con miras a establecer los sistemas de riego.
Predio Agricola en el municipio de Meoqui |
Del Maximato hasta los inicios de los años 40s
En el Maximato callista se fortalece y consolida la investigación agrícola hidráulica. La investigación se orienta a una agricultura productivista. El Campo Agrícola Experimental, de Pabellón, Aguascalientes, fundado en 1928, es el encargado de impulsarla. La agricultura tradicional de subsistencia, la social, no se contempló como problema de investigación. El Banco Nacional de Crédito Agrícola, fundado en 1926 por Manuel Gómez Morín, sólo daba créditos a los pequeños propietarios. “Las parcelas de riego en su mayoría estaban en manos de la propiedad privada. Como resultado de lo anterior, la ciencia y la tecnología agrícola se conciben bajo la idea del insumo deformándose el sentido social de la investigación, cosa que después rectificaría el Presidente Cárdenas, a partir de 1936”.
“En este contexto, en 1939, en la Escuela Nacional de Agricultura, Chapingo, la mayoría de estudiantes provenían de las 13 escuelas regionales campesinas con un fuerte espíritu socialista marxista.
1940-1960: consolidación de políticas para la ciencia agrícola nacional
En 1939 se desata la Segunda Guerra Mundial y la socialización de la educación y la ciencia agronómica en México cambian por el concepto agrícola estadounidense, que se sobrepusieron a las ideas socialistas de Cárdenas. En 1942, todavía bajo la influencia marxista, en plena guerra mundial, se desarrolla en México la Segunda Conferencia Interamericana de Agricultura, donde se establece que la tecnificación es la base del progreso del campo. En 1943 se funda la Oficina de Estudios Especiales (OEE), con la finalidad de impulsar la ciencia y la tecnología agrícola. Se inicia de manera formal la investigación maicera: “La investigación para el mejoramiento del maíz en México se inicia formalmente en los años 40 a través de la creación de la Oficina de Estudios Especiales y el Instituto de Investigaciones Agrícolas” (Álvarez, 1981).
“La ciencia agronómica queda atrapada entre dos corrientes: una local nacionalista y otra estadounidense productivista, por lo que se forman dos escuelas de investigación: la social, impulsada por Edmundo Taboada a partir del Instituto de Investigaciones Agrícolas (IIA), fundada en 1946 y la escuela pragmática productivista, a la imagen de las escuelas “landgrant” de Estados Unidos, representada por la Oficina de Estudios Especiales”.
José Luis de la Loma, español, maestro emérito de la ENA, daba las materias de Campos Experimentales y de Genética General y Aplicada y forma a las generaciones de 1942 a 1965 con la escuela española de investigación que da el sentido romano de la agricultura de tronco de mulas y herramientas de labranza metal mecánicas, no sólo de tractores que en aquellos ayeres privilegiaba la escuela estadounidense.
“Es aquí cuando aparece en mi mente la concepción de las cuatro formas de agricultura en México: 1) la original de coa y espeque; 2) la española de tiro animal, temporalera; 3) la francesa de granja diversificada que introduce Gabriel Itie, que fue mi profesor de fisiología vegetal y 4) la estadounidense mecanizada de insumos agrícolas”: Gabriel Baldovinos.
Considerando que la OEE era insuficiente como generadora de técnica y ciencia en la agricultura, Baldovinos de la Peña, con Jesús Muñoz Vázquez y Ramón Fernández y Fernández, emprenden la tarea de iniciar el proyecto que daría origen al Colegio de Postgraduados en Ciencias Agrícolas, apoyados en la Ley de Educación Agrícola de 1946.
El 22 de Febrero de 1959 iniciaron las actividades del Colegio de Postgraduados, dependiente de la Escuela Nacional de Agricultura, cuyo director era Jesús Muñoz Vázquez siendo Secretario de Agricultura, Julián Rodríguez Adame. “Se empieza a generar la idea de fusionar la OEA y el IIA juntando las dos escuelas de investigación, la estadounidense y la mexicana. En el Colegio de Postgraduados se empieza a crear la corriente de la escuela mexicana”.
“Los profesores con quienes inicio fueron becarios de la Rockefeller: Ramírez Genel (después sería director del Colegio), Mariano Villegas, Alfredo Campos Tierrafría, Francisco Pacheco Cárdenas, José Guevara Calderón, Oscar Brawer Herrera (quien sería Secretario de Agricultura), Lauro Bucio Alanis y Ramón Fernández González”.
En la generación pionera del Colegio de Posgraduados se inscribieron 12 alumnos, tres por cada rama, entre éstos estaba Jesús Moncada de la Fuente (actual director del Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas, Forestales y Pesca).
1960-1970: década del Milagro Mexicano y la Revolución Verde
En 1960 se da origen al Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (INIA), bajo la dirección de Rodolfo Peregrina Roble, ex becario del Banco de México.
El llamado Milagro Mexicano (término acuñado por Norberto Aguirre Palancares), comprende arbitrariamente el periodo de 1958 a 1976, se da como resultado de los proyectos de investigación en maíz y trigo por parte de un equipo de investigadores mexicanos formados en universidades extranjeras y científicos estadunidenses. Se caracteriza este periodo por la exportación de excedentes de maíz, así como de conocimientos y variedades desarrolladas en México, hacia países como Chile, Pakistán y Turquía.
A finales de los años 50, se considera la necesidad de crear una fuerte estructura académica y de investigación, por lo que siendo secretario de Agricultura, Julián Rodríguez Adame, en 1962, se destinan recursos de la Fundación Rokefeller y de la federación, para apuntalar la investigación en Chapingo, construyéndose los edificios de Suelos, Genética y Parasitología. Este proyecto se conoce como Plan Chapingo (1964-1970).
En 1962, el presidente Adolfo López Mateos, después de una visita al Instituto Internacional de investigaciones sobre el Arroz, en Filipinas, propuso la creación del Instituto de Mejoramiento de Maíz y Trigo (1963). En abril de 1966 se convierte en el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), con financiamiento de las fundaciones Ford y Rokefeller. Este organismo internacional consolida el enfoque productivista de la ciencia agrícola en México, teniendo como protagonista al grano básico nacional, el maíz. Los trabajos del CIMMYT en el noroeste y centro de México y los resultados del Plan Chapingo, se traducen en la llamada Revolución Verde (se reconoce como padre de la Revolución Verde a Norman Bourlaug, cuyos trabajos en el Valle del Yaqui, en el noroeste de México, en la formación de genotipos más rendidores a través del cruzamiento de genes intraespecíficos en trigo y el uso de paquetes tecnológicos, le valieron en 1970 el premio Nobel de la Paz).
Casi paralelamente se propone el Plan Puebla, que cubre el ámbito social que se descuidó en las investigaciones del CIMMYT y el Plan Chapingo. Este plan considera la variable social en la investigación. El Plan Puebla se da en el periodo del oaxaqueño Gustavo Díaz Ordaz, teniendo como antecedentes los planes de Jalisco y Veracruz, con resultados alentadores en maíces criollos bajo condiciones de temporal deficiente. El plan se apoya en el Colegio de Postgraduados y no en la ENA, pues ésta “estaba dominada por grupos de izquierda radical”, afirma Baldovinos.
Reflexiones a manera de conclusiones: Los protagonistas de la ciencia agrícola en México
Se reconoce la riqueza de la actividad científica de los protagonistas, a quienes de manera arbitraria se les puede categorizar en tres grupos o generaciones:
Los fundadores: entre quienes están Edmundo Taboada Ramírez, José Luis de la Loma y Oteiza, Gabriel Itie, Alfonso Díaz de Pino. Los pioneros: de la ciencia agrícola que fueron en su mayoría alumnos de los primeros, entre estos están: Gilberto Palacios de la Rosa, Gabriel Baldovinos de la Peña, Efraín Hernández Xolocotzin, Rodolfo Moreno Dahme, Nicolás Sánchez Durón.
Los gestores: quienes a su vez fueron discípulos formados en las escuelas de los grupos pioneros entre los que están: Fidel Márquez Sánchez, Antonio Turrent, Abel Muñoz Orozco, Jesús Moncada de la Fuente, Leobardo Jiménez, Joaquín Ortiz Cereceres, José Molina Galán, entre otros.
Enfoques de la ciencia agrícola en torno al maíz
El cultivo del maíz, dadas sus connotaciones históricas, culturales y económicas, se constituye como eje vertebrador de la Ciencia Agrícola en la historia contemporánea de México.
Se ha evidenciado en el agro mexicano una fuerte polarización de dos escenarios, que sugieren dos enfoques en la orientación de la investigación y la ciencia agrícola: el escenario de la Agricultura Social, cuya producción se destina en su mayoría al autoconsumo, y el escenario de la Agricultura Productivista, que se destina al mercado.
Estos dos enfoques han estado en un constante debate determinando el rumbo de la ciencia agrícola. El enfoque productivista, sustentado en el método científico positivista, ha prevalecido en la historia contemporánea. Algunas circunstancias históricas han propiciado el predominio de este enfoque:
En el Maximato, al triunfo de la Revolución, al apoyarse la infraestructura hidráulica, usufructuada en su mayoría por la propiedad privada, se privilegió la investigación hacia el enfoque productivista. El enfoque social se descuidó en esta etapa histórica en el desarrollo de la Ciencia Agrícola.
En el periodo cardenista se retoma el enfoque social, aunque este impulso terminó al concluir el sexenio. En 1939 y principios de los 40 la influencia de la conflagración mundial convierte a México en el proveedor principal de alimentos y materias primas de los Estados Unidos. Esta relación comercial hace necesaria una mayor producción agropecuaria, por lo que a través de la OEE se importa el sistema productivista de Estados Unidos con el modelo “landgrant”.
El Plan Chapingo y la aparición del CIMMYT en la época del Presidente López Mateos (1958-1964), dan los nichos donde se incuba y desarrolla el modelo de la llamada Revolución Verde de los años 50, que definió el rumbo hacia el modelo productivista que persiste durante la segunda mitad del siglo pasado.
En este periodo se dieron algunos esfuerzos aislados de protagonistas en los espacios de la UACH, el Colegio de Posgraduados, entre otros, con un enfoque social en la Ciencia Agrícola. En los 70, a través del Plan Puebla, se retoma el enfoque social apuntalando la producción de maíz criollo en algunas regiones marginales.
El adagio popular menciona que quien no conoce la historia corre el riesgo de repetirla, lo cual nos lleva a reflexionar junto con Baldovinos, que si paralelamente a los conceptos científicos del modelo “landgrant” que dieron origen a la Revolución Verde, se hubiera desarrollado el enfoque social, los rendimientos de maíz en México no serían deficitarios con apenas dos toneladas por hectárea como promedio, sino lo que significaría a estas alturas de la historia el garante en la suficiencia y soberanía alimentaria del país.
La historia, en la construcción del futuro deseable
Se coincide con De Sousa (2002) en que la ciencia, en tanto que construcción social, producto de una historia, está definida por la visión que se tenga del mundo, la que a su vez define las concepciones ontológicas, epistemológicas y metodológicas del quehacer científico.
En el siglo XX ha prevalecido una visión mecanicista que se sustenta en una ciencia positivista que no considera entre sus variables al hombre social ni al impacto sobre el medio. Bajo esta visión, se ha desarrollado en la historia contemporánea una Ciencia Agrícola con enfoque productivista con una lógica de costo beneficio teniendo como paradigmas la eficiencia y la competitividad, por lo que se tiene como resultado una agricultura depredadora por necesidad (Gómez, 2004).
En efecto, entre los resultados de la actividad científica agrícola durante el siglo XX se manifiestan hoy, de bajos rendimientos en básicos como el maíz, frijol y trigo, también en la pérdida de la fertilidad del suelo, incremento de plagas y enfermedades, contaminación del entono, erosión edáfica, genética y cultural, desigualdad y pobreza (Gómez, 2000).
Por tanto, el conocimiento y la interpretación de la historia contemporánea se hacen necesarios para una vez comprendidas y aprehendidas las enseñanzas del pasado, no asumir la historia de manera pasiva donde los procesos y las tendencias marquen los rumbos del futuro, de manera casi determinista, sino por el contrario, con una visión constructivista, utilizar estas enseñanzas de la historia, como sustrato al asumir la responsabilidad en la construcción colectiva del futuro, del futuro deseable, donde se privilegie una sociedad más justa, equitativa y sustentable y, por ende, una ciencia agrícola con base en las enseñanzas de la historia. En donde se construya una nueva historia para una agricultura más justa, equitativa y sustentable, que garantice la suficiencia alimentaria del país.
*Profesores investigadores de la Facultad de Ciencias Agropecuarias (UAEM).
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