Fue víctima de una banda con ex policías que se dedica a raptar narcos. La liberaron tras cobrar $30.000 de rescate.
El jueves a última hora circuló la versión de que el crimen de Candela Rodríguez estaría relacionado con una venganza narco y que su familia tendría conexiones con traficantes de peso de la Villa Korea, de San Martín. Durante el fin de semana, una nueva información reforzó esta hipótesis: dos meses atrás, María Alejandra Romagnoli, una tía de la nena, fue secuestrada junto con un narco de esa zona apodado “Pitimeco”. Estuvieron cautivos durante 15 horas y los soltaron tras el cobro de 30.000 pesos. Algunas semanas antes habían raptado a la esposa y a la hija de “Pitim eco”. En esa ocasión, el rescate había sido de 40.000 pesos.
Estos hechos fortalecen una de las líneas asociadas con la pista narco, que lleva a una banda mixta que incluye ex policías que se dedica a secuestrar traficantes en la zona oeste. Todos fueron cometidos por un grupo de hombres con chalecos policiales y fusiles FAL, que se mueven por la Villa Korea a cara descubierta y con total impunidad. El secuestro de Romagnoli fue el único de una serie de siete que fue denunciado a la Justicia Federal de San Martín; los demás se resolvieron entre bandas.
Romagnoli fue esposa del hermano de Carola Labrador, mamá de Candela. Los investigadores creen que su rapto sería clave en la resolución del caso ya que sospechan que Carola y su hermana Betiana entregaban datos a la banda. Romagnoli habría sido capturada con la colaboración de su propia cuñada.
Al conocerse estas informaciones, la familia comenzó a perder poco a poco el apoyo incondicional del barrio. Hoy, las cuadras que rodean Coraceros 2552, donde está la vivienda de los Rodríguez, en Hurligham, se dividen entre los que todavía los defienden y los que desconfían de ellos. “La mafia está en la casa de ellos. Nos sentimos engañados. Fuimos a todas las marchas por Candela y la mataron por quilombos familiares”, protestó un vecino, quien luego aseguró sentirse indignado porque les “ocultaron cosas”. “Sabían más de lo que dijeron a la Policía. La nena fue víctima de ese silencio”, dijo otro.
El jueves a última hora circuló la versión de que el crimen de Candela Rodríguez estaría relacionado con una venganza narco y que su familia tendría conexiones con traficantes de peso de la Villa Korea, de San Martín. Durante el fin de semana, una nueva información reforzó esta hipótesis: dos meses atrás, María Alejandra Romagnoli, una tía de la nena, fue secuestrada junto con un narco de esa zona apodado “Pitimeco”. Estuvieron cautivos durante 15 horas y los soltaron tras el cobro de 30.000 pesos. Algunas semanas antes habían raptado a la esposa y a la hija de “Pitim eco”. En esa ocasión, el rescate había sido de 40.000 pesos.
Estos hechos fortalecen una de las líneas asociadas con la pista narco, que lleva a una banda mixta que incluye ex policías que se dedica a secuestrar traficantes en la zona oeste. Todos fueron cometidos por un grupo de hombres con chalecos policiales y fusiles FAL, que se mueven por la Villa Korea a cara descubierta y con total impunidad. El secuestro de Romagnoli fue el único de una serie de siete que fue denunciado a la Justicia Federal de San Martín; los demás se resolvieron entre bandas.
Romagnoli fue esposa del hermano de Carola Labrador, mamá de Candela. Los investigadores creen que su rapto sería clave en la resolución del caso ya que sospechan que Carola y su hermana Betiana entregaban datos a la banda. Romagnoli habría sido capturada con la colaboración de su propia cuñada.
Al conocerse estas informaciones, la familia comenzó a perder poco a poco el apoyo incondicional del barrio. Hoy, las cuadras que rodean Coraceros 2552, donde está la vivienda de los Rodríguez, en Hurligham, se dividen entre los que todavía los defienden y los que desconfían de ellos. “La mafia está en la casa de ellos. Nos sentimos engañados. Fuimos a todas las marchas por Candela y la mataron por quilombos familiares”, protestó un vecino, quien luego aseguró sentirse indignado porque les “ocultaron cosas”. “Sabían más de lo que dijeron a la Policía. La nena fue víctima de ese silencio”, dijo otro.
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