La segunda parte de la famosa comedia no sorprende, pero sí es irreverente.
Para la segunda parte de la comedia ¿Qué pasó ayer? (The Hangover), el director Todd Phillips no se complicó la vida y retomó la esencia que hizo de la primera película un éxito mundial en taquilla.
Por eso, la trama de un grupo de amigos que se pierden en una borrachera en Las Vegas se copia, pero en esta ocasión sucede en Tailandia. De nuevo Phil (Bradley Cooper), Stu (Ed Helms), Alan (Zach Galifianakis) y Doug (Justin Bartha) se unen en una aventura llena de situaciones extremas y enredos por culpa del alcohol, con el agravante de encontrarse en un país exótico y peligroso.
En este filme no hay que buscar mensajes profundos o humor elaborado. Su base es el chiste escatológico y, a veces, políticamente incorrecto que, a pesar de no ofrecer nada nuevo, logra hacer reír gracias a sus excesos.
Cuatro estadounidenses idiotas pasan de estar en los preparativos de una boda a un hotel de mala muerte en Bangkok. El cuñado de la novia ha desaparecido y todos tienen una resaca impresionante. Las situaciones son la base de una historia disparatada.
El humor funciona gracias al endiablado ritmo de situaciones inverosímiles por las que pasan los protagonistas para recuperar al desaparecido, regresar a la ceremonia y recordar de dónde salió un tatuaje en la cara del novio.
También reaparece Mr. Chow, el narcotraficante que les hizo la vida imposible en Las Vegas y que se convierte en pieza esencial del rompecabezas. La cinta tiene en contra la falta de sorpresas y a favor, que es capaz de arriesgarse con una dosis recargada de sexo, drogas y confusión, en buena parte gracia a Zack Galifianakis, como el loco Alan.
REDACCIÓN CULTURA Y ENTRETENIMIENTO
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